Hace muchos años, en un final de mi carrera de Ingeniería, el Profesor me hace una pregunta sobre un tema que yo no había estudiado. Se trataba del desplazamiento de corriente de Maxwell y la Ley de Ampere, y la aburrida propagación de onda. Yo no tenía ni idea del tema, pero intenté una respuesta usando mi imaginación y algunos recuerdos de Maxwell y de André Ampère. El Profesor me sonrió y me dijo “no puedo imaginar una respuesta más lejana a la realidad, pero admiro su creatividad”. Me retiré con cierta sensación de tranquilidad, porque al fin de cuentas mi Profesor admiraba algo mío. Obviamente no aprobé el examen (para que no se queden con la duda meses más tarde aprobé la materia, porque esa vez estudié y entendí que quiso decir mi Profesor con “respuesta más lejana a la realidad”).
La semana pasada, nuestro colega consultor Hector Isoldi hizo una prueba con IA: le pidió una descripción que nosotros conocemos a la perfección, ya que fuimos los creadores. La IA, lejos de contestar “no tengo esa información”, intentó una respuesta “creativa”, basada en la lógica de la pregunta. Su respuesta fue interesante, pero incorrecta. ¿Quiere decir que la IA cuando no sabe, inventa? Bueno, dejo esa respuesta a los teóricos de la IA, pero mi opinión es que la IA ni inventa ni razona, sino que usa un tipo de lógica.
La IA no tiene una conciencia que discierne con intención, ni duda, ni busca propósito. Pero sí puede simular procesos lógicos, aplicar inferencias, resolver problemas complejos y encadenar ideas siguiendo reglas.
La IA está entrenada con estructuras lingüísticas, matemáticas y filosóficas, y puede seguir principios lógicos con precisión.
Pero también puede cometer errores lógicos si el entrenamiento no fue suficiente o si la pregunta es ambigua. No es perfecta ni infalible, aunque lo parezca.
La IA no “sabe” cosas: predice la palabra más probable que sigue a la anterior. Es como si tuviera una memoria de millones de conversaciones, y respondiera según lo que más se parezca a tu pregunta…
Pero no razona como un ser humano, ni verifica fuentes.
Por eso:
- Puede dar respuestas correctas… sin saber por qué.
- Puede dar respuestas falsas… con tono confiado.
La IA no reemplaza el conocimiento. Lo amplifica.
Es como un asistente muy poderoso, pero sin conciencia ni responsabilidad.
- Como estudiante: es un mentor.
- Como escritor: es un ayudante.
- Como científico: es un colaborador, no un juez.
- Como consultor: es un brainstorming, no una decisión final.
Lo que queda preguntarse ahora es, si esto es así, ¿cuánto podemos confiar en sus respuestas?
La IA nos está ayudando mucho a acelerar tareas, a corregir errores, a ordenar ideas y a buscar alternativas. Pero no siempre tiene razón, porque no tiene razón, tiene lógica. Sin duda va a evolucionar mucho más y lo hará rápidamente, pero no creemos que podamos confiar ciegamente en las respuestas que otorga.
Sabemos que es muy certera en definiciones formales, como la Ley de Ampere, o traduciendo, sintetizando y corrigiendo estilos. Pero también genera información “nueva”, cita fuentes que a veces inventa y da un resultado sin explicar cómo llegó a él. ¿Qué hacemos entonces? Usamos la IA como un elemento adicional de información, pero hay que chequear otras fuentes, hay que usar nuestra lógica, hay que cuestionar sus respuestas. O tal vez, hay que usarla para aquellas cosas donde definiciones definitivas no son necesarias.
En mb&l usamos IA todos los días, y aprendemos mucho de sus secretos, así que si está interesado en debatir este u otros temas de la Venta Consultiva no dude en comunicarse con nosotros, estaremos encantados de ayudarlo. A propósito, las observaciones sobre el comportamiento de la IA fueron escritas en este documento con ayuda de la IA.
